¿Qué emociones oculta la ansiedad?
- Mireia Font Becerra
- hace 19 minutos
- 2 Min. de lectura
Muchas veces, cuando una persona llega a consulta diciendo “tengo ansiedad”, al comenzar a explorar lo que siente, descubrimos que debajo de esa ansiedad hay mucho más. La ansiedad no siempre es el problema en sí, sino una forma de expresión: un síntoma que a veces oculta otras emociones que no hemos podido reconocer o elaborar. ¿Qué emociones oculta la ansiedad?

¿Por qué sucede esto? Porque, a lo largo de nuestra historia, hemos aprendido qué emociones eran “permitidas” y cuáles no. En muchos entornos familiares, ciertas emociones como la rabia, la tristeza profunda, la envidia o incluso el deseo se vivían como peligrosas o inaceptables. Si de pequeños/as aprendimos que mostrar enfado o expresar vulnerabilidad generaba rechazo, enfado o incomodidad en los adultos, probablemente desarrollamos estrategias para no sentirlas conscientemente.
El problema es que las emociones no desaparecen solo porque no las queramos ver. Lo que suele pasar es que se desvían, se transforman, se desplazan. Y a menudo, se expresan a través de la ansiedad. Así, cuando decimos “siento ansiedad” en realidad lo que a veces estamos sintiendo (sin darnos cuenta) es una tristeza que no nos hemos permitido, una rabia acumulada, un miedo más profundo o un deseo que no nos atrevemos a reconocer.
Desde una mirada psicoanalítica, la ansiedad es como un “aviso” del inconsciente: algo que no ha podido ser elaborado quiere abrirse paso a la conciencia, pero como no es tolerable tal cual, se transforma en ansiedad. De ahí que muchas personas digan: “no sé por qué estoy tan ansioso/a”, o “no me pasa nada, pero no puedo parar esta inquietud”. No es que no haya nada. Es que lo que hay está oculto, disfrazado.
En terapia, lo importante no es solo aprender a “calmar” la ansiedad, sino escucharla. Preguntarnos: ¿qué me está queriendo decir este síntoma? ¿Qué emociones están pidiendo un espacio para ser reconocidas? A veces, cuando por fin se pueden poner palabras a un dolor antiguo, a un enfado no expresado o a un miedo profundo, la ansiedad disminuye, porque ya no necesita ser el único lenguaje disponible.
Trabajar de este modo no es inmediato, pero es profundamente transformador. Porque la ansiedad, más que un enemigo, puede convertirse en una puerta: la señal que nos lleva a mirar dentro, a entender mejor nuestro mundo emocional y a liberarnos de cargas que llevamos, a veces, desde hace mucho tiempo.
Comments